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¿Por qué no conviene posponer la pérdida de peso en niños y adolescentes?

La niñez y la adolescencia son etapas de la vida en la que se producen cambios abruptos, que los adultos a veces acompañamos sanamente  y otras no.

Llegar a la pubertad con exceso de peso es, muchas veces, consecuencia de un criterio equivocado de los padres, cuya frase de cabecera es: “Todavía es chico para que haga una dieta, cuando sea más grande ya va a tener tiempo de adelgazar”

Se piensa que llevar a cabo un plan alimentario puede ser traumático para el niño cuando lo verdaderamente traumático es el exceso de grasa en el cuerpo, ya que repercute en su salud mental y física.

A nivel psicológico los niños y los adolescentes viven situaciones traumáticas de discriminación en su entorno y esto va socavando  su autoestima. No es fácil a esa edad comprender que, no sólo está en juego su salud psíquica, sino también su salud física.

Día a día aumentan los trastornos metabólicos, tales como hipertensión arterial, colesterol elevado, hígado graso, insuficiencia cardiaca, diabetes, etc., cuadros que hasta hace un tiempo atrás eran exclusivos de la edad adulta y que hoy se ven como productos del sobrepeso, aún en edades tempranas.

¿Por qué no es conveniente posponer la decisión de que un chico baje de peso?

Porque existe normalmente un fenómeno llamado “rebote adipocitario” que es el aumento de la cantidad de células adiposas en  determinados períodos de la vida: durante el primer año de vida, entre los seis y los siete años y en la etapa previa a la pubertad.

Si esto coincide con un exceso alimentario ó la falta de actividad física, va a haber mayor tendencia a la obesidad en estos períodos.

Una vez que se ha formado una determinada cantidad de células grasas, lo que solamente se puede lograr en el futuro es que se reduzca el tamaño de dichas células pero no su número.

Un adolescente que llega a la pubertad con exceso de peso tiene muchas más probabilidades de ser un adulto gordo

Por eso es importante recordar que no siempre dar es un acto de generosidad ó amor, y mucho menos cuando se trata de la alimentación de nuestros hijos.

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