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La alimentación en nuestros hijos

Las compañías, la familia, la escuela y la sociedad toda tienen una enorme influencia en los hábitos de vida de niños y adolescentes.

Si hablamos de Nutrición no existen alimentos “buenos” ó “malos” sino un estilo de alimentación.

¿Cuál es la realidad actual? ¿Qué les gusta comer a nuestros hijos? Lo que les vende el kiosquero y los locales de comida rápida.

Esto hace que, muchas veces, no detectemos la llamada “desnutrición oculta”, que precisamente se da en chicos que, en apariencia, están bien alimentados pero están faltos de nutrientes imprescindibles para su crecimiento como son las vitaminas y los minerales. Este cuadro puede presentarse en chicos con sobrepeso y afecta a todas las clases sociales.

Tienen un mayor consumo de bebidas azucaradas (gaseosas y jugos),  galletitas dulces, snacks y golosinas y una menor ingesta de lácteos, frutas, verduras, carnes y pescados.

Los kioscos escolares tampoco ayudan, al igual que los mensajes publicitarios, que sugieren calmar el aburrimiento con un chocolate u otra golosina.

Los niños crean modelos ó ídolos que influyen en sus conductas incluyendo su alimentación y, lamentablemente, las familias cometen, a veces, el error de utilizar las comidas como “premio” ó “castigo”.

En cuanto a los adolescentes, éstos están expuestos al consumo de diversas sustancias como el alcohol, tabaco y otras drogas, muchas veces por no quedar afuera de su “grupo de pertenencia”y llevan, frecuentemente, una alimentación desordenada, caótica y sin valor nutritivo. Muchas veces, producto de su entorno demandante en cuanto a actividades en contraturno y de emular a sus amigos, pueden pasar varias horas sin comer y luego “arrasan” con la heladera, picotean snacks ó concurren a los “fast-food”.

Muchos tienen como única actividad en su tiempo libre el uso de la computadora, lo que incrementa su nivel de sedentarismo. Algunos varones, en cambio, viven en los gimnasios pendientes de aumentar sus músculos a través de fórmulas mágicas con suplementos dietéticos, cuyas fórmulas no son tan mágicas ni tan inocuas.

Al igual que los varones, las dietas que se prestan las mujeres adolescentes para bajar de peso, carecen de control médico y pueden incidir en que aparezcan ciertos desórdenes de la conducta alimentaria, a los cuales los adultos tenemos la obligación de estar atentos.

Por todo esto y mucho más somos nosotros quienes debemos marcar el rumbo correcto mostrando hábitos sanos a través del ejemplo y, sobre todo, promoviendo que las comidas, ó por lo menos la cena, se lleve a cabo en la mesa familiar y no en sus cuartos, para favorecer una comunicación imprescindible que, en la era actual, es un bien que escasea.

Dra. PATRICIA RUBISTEIN

Médica especializada en Nutrición

Coordinadora de los Talleres Médico-Nutricionales

Publicado enAlimentaciónsalud
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