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¿Cómo dejar de fumar sin engordar?

¿Por qué se engorda al dejar de fumar?

Hay muchas razones por las que, al dejar de fumar, se aumenta de peso con facilidad.

Dejar el tabaquismo afecta a las hormonas, al sistema nervioso, al sentido del gusto y del olfato, a la capacidad de digerir y asimilar los nutrientes de los alimentos. En el aspecto psicológico, influye en el padecimiento de ansiedad e insomnio que de alguna forma hay que combatir, y comer da la sensación de que se superan.

 La nicotina es el componente más adictivo del tabaco. En los fumadores, esta sustancia actúa como anorexígena, disminuyendo el apetito.

A nivel del aparato digestivo disminuye los movimientos musculares, necesarios para la digestión de los alimentos; también reduce la función de la vesícula biliar, necesaria para que las grasas se asimilen, y de otras secreciones digestivas, por lo que se dificulta la absorción de nutrientes.

El metabolismo basal de las personas fumadoras está aumentado en unas 200 calorías en comparación con las no fumadoras.
Todo esto contribuye al aumento de peso cuando se deja de fumar.

Además, al dejar el hábito del cigarrillo, mejoran enormemente los sentidos del gusto y del olfato, por lo que las comidas pasan a tener mejor sabor y aroma y, por lo tanto, se despierta más el apetito. Se come con más ganas y comienzan a desearse alimentos con sabores fuertes.

Así, se genera más ingreso de comida y, por ende, más calorías que llevan al aumento de peso.

En ausencia del tabaco, aumenta el estrés y la ansiedad y se trata de calmar los nervios comiendo más de lo debido. La nicotina provoca un aumento de los niveles de algunas hormonas como la adrenalina. Cuando un fumador tiene hambre suele responder a los bajos niveles de glucemia utilizando la acción hiperglucémica de la nicotina. Esta ingesta aumentada es, en general, con alimentos hipercalóricos y muy poco nutritivos.

Significa esto que no conviene dejar de fumar porque vamos a engordar?

Definitivamente no. Si se lleva a cabo una alimentación correcta y se practica actividad física de manera habitual, no se va a producir forzosamente un engorde.

Curiosamente, tanto el tabaco como cierto tipo de comidas compuestas por hidratos de carbono refinados (harinas con grasa y sal, harinas con azúcar, etc) confluyen en la excitación de una zona del cerebro llamada hipotálamo, donde se encuentra un centro de “recompensa y placer”. Por eso, al dejar de fumar, el impulso lleva a querer consumir ese tipo de alimentos y no otros.

Lo más importante es entender la importancia de dejar de fumar y que, como efecto sustitutivo, no cambiemos el tabaco por la comida sino por otra actividad que nos distraiga pero que no nos haga daño.

Es muy recomendable redactar un listado de diez actividades que nos produzcan placer, excluyendo el tabaco, la comida ó las bebidas, ya que todas ellas conducen al mismo tipo de estímulo cerebral adictivo.

La clave es apartar la mente del deseo de fumar, pero sin comer demás, adaptándonos a una alimentación neutra, que no estimule nuestras papilas gustativas ni nuestro centro de “recompensa y placer”.

Un buen baño de inmersión con sales, la lectura de un libro que nos atrape, la conversación con amigos, una buena película, un recital, una obra de teatro, cantar, bailar, hacer trabajos manuales, como dibujar, pintar, tejer, practicar jardinería, que nos mantienen las manos ocupadas en reemplazo de nuestro antiguo acompañante, el cigarrillo. En fin, cualquier actividad que resulte muy gratificante y placentera pero que no implique daño.

Cuando se evalúan las ventajas y desventajas de dejar de fumar no puede haber duda alguna de la decisión.

Vencer una adicción tan nociva para nuestra salud, al mismo tiempo que podemos adquirir hábitos saludables para no aumentar de peso, es una doble apuesta de que se puede.

No es ni fácil ni difícil. Lo seguro es que: ¡¡¡Vale la pena!!!

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